Exposición Hijas del Nilo en la Sala de Alhajas de Madrid

Tenemos la oportunidad de visitar hasta el 31 de diciembre de 2022,la exposición temporal que Eulen celebra en la Sala de las Alhajas. Es la primera exposición monográfica sobre la mujer y la sociedad egipcia en el Antiguo Egipto, con más de 300 piezas de 12 países y 27 museos nacionales e internacionales.

Comisionada por Nacho Ares , gran conocedor de la cultura del Egipto Antiguo y Esther Pons, nos sumerge por las diferentes secciones en que se divide en el ambiente y el papel de la mujer, ya sea como parte de una sociedad familiar y cotidiana como en el papel de reinas, diosas y sacerdotisas. Se divide en varias secciones:

  • La mujer en el Antiguo Egipto
  • Diosas y Templos
  • Mujeres Reales
  • De la Muerte a la Eternidad
  • Egiptomanía

El visitante encontraré piezas de gran interés histórico y artístico, algunas de las cuales se exponen por primera vez en una exposición sobre Egipto en España: esculturas, relieves, documentos, objetos de la vida cotidiana, monedas, útiles domésticos, instrumentos musicales, joyas, objetos de uso religioso y funerario como ataúdes, amuletos, ushebtis y vasos canopos. Se complementa con videos y recreación de vestimentas , con dos vestidos diseñados por Lorenzo Caprile.

Dirección´´´´´´: Palacio de las Alhajas.Plaza de las Alhajas, 1. Metro más cercano Callao.

Horarios: de Lunes a Domingo de 10:00 a 21:00 horas

Tarifas entre 7 y 14 euros.

El papel que le tocó a la mujer en el argumento de la religión egipcia y los propios condicionantes de un tiempo en la historia más primitivo, y por ende, más matriarcal, le abrió más a puerta del territorio social y de los espacios de mando que a las griegas o romanas. La relevancia era evidente en la corte, si no se casaba con mujer de sangre real, un varón tenía muy difícil acceder al trono, por lo que, cuando no hubo otro remedio, fueron más frecuentes los casorios entre hermanos. No obstante, y a pesar de su sólido poder cortesano, las mujeres nunca contaban, en principio y por ley, como primeras opciones para ostentar el cargo real absoluto. Y sin embargo, y a través de los largos tres mil años, fueron varios los casos en que una mujer, amparada en esa idiosincrasia favorable, llegó a ocupar el asiento más alto de la nación. La presencia de alguna de ellas parece vinculada a momentos de crisis monárquica, aunque es muy poco lo que se sabe y las dudas no dejan de surgir.

Según el historiador griego, Diódoro Sículo, que en la Sicilia romana del siglo I aC. se dio a la tarea de escribir y ordenar lo que entonces se sabía sobre los faraones, las reinas-faraón sólo eran cinco. Para aseverar tan precisa cifra el escritor se basó en los datos acumulados dos siglos antes por Manetón, un sacerdote egipcio que quiso hacer balance de tiempos y dinastias anteriores al tiempo ptolemaico que a él le tocó vivir.

Los sucesivos hallazgos arqueológicos han ido desvelando pistas de otras posibles soberanas. Corría el año 51 aC. cuando Cleopatra VII, como heredera de su padre, Ptolomeo XII, fue coronada a sus 17 años junto a su hermano Ptolomeo XIII, de tan sólo doce, con quien, siguiendo los cánones, había tenido que casarse. No tardo el hermano- conyuge-comonarca en dejarse llevar por las maquinaciones de Arsínoe, hermana de ambos, , hostigados y amparados por el eunuco Potino y otros poderosos cortesanos, consiguieron apartar a la joven reina de trono y expulsarla de Alejandria.

No tardaría ella en intentar el retorno vengador, que no consiguió ´hasta hacerse con el apoyo de Julio César tras plantarse ante él a bordo de la mítica alfombra. Logró así el trono, pero sus hermanos se las apañarían para sembrar el repudio del pueblo alejandrino hacía la enamorada pareja, y así encendieron, la mecha de la guerra. En la batalla que supuso el enfrentamiento de los dos bandos, las llamas de los barcos de guerra que el propio César había hecho incendiar para evitar males mayores, afectaron fatalmente a varios edificios importantes de Alejandría, entre ellos la famosa Biblioteca.

Otra gran “faraona” la grandiosa Hatshepsut, que reinó entre 1479 y 1457 aC., fue el reinado más largo de todos los regidos por mujeres en Egipto, sigue siendo paradigma de las dotes de poder de las mujeres en Egipto. Hija del faraón Tutmosis I, supo jugar su papel y usar la potestad que le daba su sangre real para esquivar los enredos sucesorios, que la hicieron casarse con su hermanastro Tutmosis III, cuyo poder quedó en la sombra, y lograr, vestirse con atuendo y barba ornamental de faraón. Para ello contó con el fiel apoyo de dos poderosos cortesanos, al alto funcionario Hapuseneb y el arquitecto real Senemut, y fue fundamental que se autoproclamara hija de Amón, y por tanto, de naturaleza divina, golpe de efecto que consiguió tras comprar el favor de los sacerdotes del templo de Amón, contribuyendo al excesivo poder que este clero alcanzaría a partir de entonces. Fue una de las etapas más prosperas y pacíficas del antiguo Egipto, en la que la carismática reina llevo a cabo campañas defensivas en la frontera, y llevar a cabo la expedición al País de Punt, país exótico de la mirra.

El respeto del que al parecer gozó la mujer egipcia se debía a que era considerada complemento y no sirvienta del hombre, como ocurrió en otras civilizaciones de la Antigüedad. Asimismo, emanaba de la religión, en la que las deidades femeninas tenían el valor específico de representar la vida y la fertilidad, llegando a abarcar muchos aspectos básicos de la existencia, como es el caso de Isis. En su mejor momento, el rol femenino gozaba del mismo estatus que el del hombre, ante la ley, algo que no sucedía en el derecho griego o romano. En el matrimonio, que era un puro trámite , la mujer no perdía su nombre, manejaba su herencia y decidía sobre el divorcio. Aparte de su trascendencia como reinas, esposas reales o sacerdotisas de Amón, las mujeres egipcias ocuparon puestos laborales de rango, y así hubo funcionarias que llegaron a ejercer el importante cargo de escribas, e incluso una mujer llamada Nebet llegó a ser Chaty (el más alto funcionario de la corte) en la dinastía VI.

La independencia matrimonial les permitió igualmente convertirse en empresarias y ser esenciales en el discurrir económico , como la dama Nenofer, que triunfó en los negocios en el tiempo del Imperio Nuevo. Hubo asimismo mujeres médico de mucho prestigio, como fue el caso de la dama Peseshet, en la dinastía IV. Un himno a Isis, contenido en un papiro del siglo I aC. expresa así la relevancia femenina: ” Eres la dueña de la tierra… Tú has dado un poder a las mujeres igual al de los hombres”

Los carpinteros pertenecían en el Antiguo Egipto a una de las comunidades de trabajadores más selectas. Aunque varió según la época, generalmente, se denominaba sarcófago o neb-ankh al continente exterior construido en piedra, que albergaba en su interior una ataúd de madera de forma rectangular. A menudo eran lisos y sobrios, pero especialmente, durante el Imperio Medio, fueron ricamente trabajados y decorados, imitando las pinturas murales de los mausoleos; se ilustraban fragmentos de la vida del fallecido, así como ofrendas que realizaban a los dioses. En prácticamente todos ellos se pintaba el doble ojo o udjat ,para que el difunto pudiera mirara hacia el exterior. Todo el sarcófago estaba consagrado a Nut, la diosa celeste madre del resto de las divinidades; de hecho, la tapa del ataúd se denominaba el cielo.

Maria Luisa Rubio

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